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Marcela Barragan Rivera

Importancia De La Suplementación De Vitaminas En Ponedoras Comerciales, Revisión De Niveles De Inclusión Actualizados



En Ecuador, las gallinas de postura comercial que se crían son principalmente Lohmann Brown y Hy Line Brown, donde el mercado de huevo grande (>65 gr) y de potente coloración marrón marca la pauta de comercialización masiva. Debido a esto, cada vez es más común que los avicultores lleven las aves a ciclos de producción más largos y según los esfuerzos de las casas genéticas la oferta es prolongar los ciclos productivos hasta las 100 semanas sin la realización de muda forzada o pelecha.


De acuerdo con la información de Hy Line Brown en su guía de manejo del año 2009-2011 indicaba datos esperados hasta la semana 80 de vida, donde se tiene una diferencia comparada con la guía de manejo del año 2022 de 24,3 HAA adicionales a semana 80 y la expectativa de producción va hasta semana 100 con un adicional total de 99,3 HAA respecto a esta misma guía. Por su parte Lohmann Brown oferta actualmente en su guía de manejo, un total de 430 HAA a semana 95 con un peso de huevo de 69,4 gramos en promedio a esta semana. Esto último se traduce en que las mejoras genéticas han apuntado a aumentar la persistencia de los lotes en producción con la promesa de mantener una buena calidad de cascaron, sin embargo, en los esquemas de nutrición específicamente en las tablas de requerimientos de vitaminas y minerales son pocos o ninguno, los incrementos en niveles de inclusión de estos micro ingredientes.


Esto último quiere decir que, para cumplir con estas exigencias de desempeño, deberían también brindarse algunos aportes adicionales a los planteados como requerimiento base para la alimentación de estas aves con potencial productivo alargado. Sin embargo, no se han tenido actualizaciones del NRC desde su edición en 1994, que evidentemente con las mejoras genéticas han quedado cortos por los avances realizados en estos años y las casas genéticas por su parte han tratado de hacer una aproximación, sin embargo, la mayoría de ellas propone niveles de vitaminas en condiciones de manejo optimas y estables lo cual no es una realidad en nuestras explotaciones avícolas.


Años atrás se creía que con los aportes de vitaminas que se estimaba realizan las materias primas podría reducirse el aporte mediante las premezclas vitamínicas o aportar un mínimo basal, sin embargo, el aporte de las materias primas está establecido en su mayoría en base a la producción Estadounidense, así como no consideran los diferentes factores que pueden influir el aporte final de dichos valores a las aves.


Considerando este panorama se ha trabajado en estudios que ya demuestran que la importancia de ciertas vitaminas va más allá de llenar requisitos para funciones fisiológicas básicas, mas que eso, que existen ciertos niveles de inclusión estratégicos para manejar situaciones de estrés oxidativo en las aves, engrasamiento, potenciar una mejor deposición de calcio en el cascaron de huevo e incluso inmunoestimular a las aves lo cual confiere protección frente a desafíos sanitarios.


En la siguiente tabla se muestran los valores de referencia señalados por las principales guías para suplementación de vitaminas en gallinas ponedoras marrones manejados en el país:



Como puede observarse, los requerimientos de vitaminas en 1994, sugeridos por el NRC distan mucho de los planteados en las guías más recientes de las casas genéticas, pero aún más existe una tendencia ya presentada en el OVN (Nutrición vitamínica optima) de DSM en 2022, que sugiere incluso niveles más altos de los planteados por las guías de las casas genéticas, de hecho, se plantea la inclusión sugerida de Vitamina C, la cual ni si quiera se considera dentro de las guías.


Es probable que esto se deba a los ya estudios profundos y actuales que ponen de manifiesto que el aporte de determinadas vitaminas a niveles superiores a los mínimos establecidos puede optimizar la expresión del potencial genético del ave y mejorar su estado inmunitario, según Barroeta et al., 2002.


También, pudiera ser porque deben tenerse en cuenta las pérdidas de micro ingredientes que pudiera haber durante el proceso de elaboración de alimento, las condiciones de almacenamiento de las premezclas, la calidad de las fuentes de los ingredientes y otras variables que dificultan trabajar con niveles basales para todas las explotaciones y climas.


Dentro de esta revisión, se detallarán datos sobre estudios puntuales que sugieren la utilización de ciertos niveles de suplementación de vitaminas solas o en combinaciones que pueden generar según los resultados obtenidos, beneficios adicionales de las vitaminas a los esperados nutricionalmente, sobre la salud y modulación del sistema inmune.


Se ha reportado por ejemplo que suplementar en la dieta con 500 mg/kg de vitamina E sola ó 125 mg/kg de vitamina E + 200 mg/kg de vitamina C, puede mejorar el desempeño y la calidad de huevo de gallinas sometidas a estrés calórico en la revisión realizada por Wang et al., 2017. Algo similar revelo un estudio realizado por Ajakaiye et al., 2011 donde se concluyó que niveles de inclusión de 200 mg/kg de vitamina C y E respectivamente, disminuyeron los efectos negativos del estrés medidos en sangre para los valores de creatina fosfokinasa (CPK) y Aspartato amino transferasa (AST) posterior a un traslado luego de la suplementación con estas dosis de vitaminas C y E versus el grupo control.


En el caso de la vitamina C, esto puede explicarse debido a varios factores entre ellos, que las necesidades de esta vitamina exceden la capacidad de síntesis del ave, recordemos que la vitamina C es sintetizada en el riñón a partir de glucosa y por tanto sus niveles de producción dependerán de las condiciones fisiológicas y sanitarias del ave. De hecho, como influye en la homeostasis del calcio su suplementación podría también mejorar el peso y la densidad del huevo según la revisión realizada por Barroeta et al., 2002. También detallaron que, al intervenir en el proceso de regulación de la corticosterona bajo condiciones estresantes, podría ser de utilidad la utilización de 300 mg/kg en el alimento 5 dias antes y después de una vacunación para modular la producción de anticuerpos según citan en el estudio de Kolb y Sheehawer en 2000.  Otros estudios analizan su aporte en la inmunomodulación frente a enfermedades, como lo hicieron Davelaar y van de Bos, 1992 donde se mostró la reducción de la severidad de lesiones traqueales y prevención  del desarrollo de una inflamación en sacos aéreos posterior a la infección con virus de Bronquitis con la utilización de 330 ppm de vitamina C en el alimento, así como Wu y Col, 2000 emplearon 1000 ppm de vitamina C en el alimento de pollos que fueron previamente enfrentados a la vacuna de Gumboro y se demostró una producción significativamente mayor de Ig G y Ig M en los animales suplementados. Otros estudios más antiguos ya habían probado su aporte en la producción de anticuerpos para virus como New Castle (Franchini et al., 1994), bacterias comunes y persistentes como E.Coli (Gross, 1988) y hasta para el virus de Marek (Yotova et al., 1990), todos con resultados positivos de dicha suplementación con niveles de 500 ppm a 330 ppm respectivamente. Por todo lo anterior podría decirse que es adecuado emplear en la práctica como una inclusión regular 200 a 300 mg/kg de Vitamina C dentro de la ración para ponedoras en nuestro medio buscando disminuir los daños producidos por el estrés en temperaturas extremas dentro de los galpones así como para potenciar la respuesta inmunológica a los planes vacunales a los que son sometidas las aves tradicionalmente, entre otros factores estresantes aunado a colaborar con la adecuada deposición de calcio en la cascara del huevo en ciclos que cada vez son mas largos y exigentes para las ponedoras.


Dentro de los hallazgos de los últimos años, se ha empezado a hablar del término vitagenes, que no es más que un grupo de genes que participan en la detección del estrés y la mediación de la reacción del organismo a este, para el mantenimiento de la homeostasis (Surai, Peter, 2020). Por tanto, el desarrollo de suplementos nutricionales que regulen los vitagenes se ha convertido en una prioridad para las empresas vinculadas al sector avicola (Wang et al., 2017).


La vitamina E, es uno de los suplementos que podría regular dichos vitagenes ya que numerosos trabajos han demostrado como la suplementación dietética con altos niveles de vitamina E previenen o reducen los niveles de oxidación mejorando así la respuesta no solo a estrés por calor sino a otras enfermedades. Como se muestra en la revisión realizada por Barroeta et al .,2001 en el que varios autores han descrito que su uso en la ración representa mejoras usada en dosis que van desde los 50 a 65 mg/kg para observar efectos beneficiosos moderados, hasta 125 a 300 mg/kg para mejorar parámetros como la producción de huevos, la eficiencia alimenticia y la calidad de la cascara no solo en condiciones de estrés calórico sino bajo otros manejos estresantes como vacunaciones, traslados, mudas y otros propios de la actividad productiva. También numerosos trabajos han relacionado el uso de niveles altos de su suplementación con prevenir o reducir los niveles de oxidación asociados a la producción de huevos enriquecidos y diferentes procesados térmicos, así mismo, Ajuyah et al., 1993 señala que tiende a lograr la estabilidad oxidativa de los huevos y reducir el desarrollo de sabores desagradables. Pero así mismo se ha logrado demostrar como el aporte en la ración logra conferir mejor inmunidad frente a patógenos de tipo viral y bacteriano. En el estudio realizado por (Mc Irloy et al., 1993) en dosis de 178 UI/kg los ingresos netos de lotes que sufrían infecciones subclínicas de bursitis infecciosa fueron 10% superiores versus lotes no suplementados, posteriormente (Haq et al., 1996) realizaron un estudio donde suplementaron madres reproductoras con 300 mg/Kg en la dieta y los pollitos provenientes de estas madres suplementadas revelaron niveles de anticuerpos al día 1 y 7 de edad, superiores al grupo control. También en estudio mas antiguos (Likoff et al., 1981) mostraron como la inclusión de 300 mg/kg en la dieta disminuyó la concentración de prostaglandinas en los órganos hematopoyéticos y aumentó la producción de Ac frente a una infección por E. coli en aves infectadas. De acuerdo a toda la evidencia podemos deducir que dosis de suplementación de vitamina E en la ración de manera habitual en niveles de 100 UI/kg a 300 UI/Kg conferirán mayor capacidad de respuesta inmune frente a desafíos sanitarios y medioambientales relacionados al estrés por altas temperaturas.


También es importante hablar de la importancia de suplementar por encima del requerimiento nutricional vitaminas como la A, que ha demostrado a niveles superiores de los 12,000 UI/Kg incrementar la proporción de linfocitos T, produciendo máximos niveles de anticuerpos tras la vacunación (Lin y Col, 2002), además de jugar un papel esencial en la integridad del tejido epitelial en concreto del oviducto por lo cual adecuados niveles pueden llegar a reducir las manchas de sangre en el huevo descrito por Hill y Col en 1991, así como su deficiencia puede incrementar la susceptibilidad a E. Coli (Friedman et al., 1991), esto lo demostraron también Erasmus y Scott, 1960 donde se obtuvo menor mortalidad en pollos luego de ser inoculados con ooquistes de E. Tenella y E. Acervulina, cuando fueron suplementados con niveles de 17,600 UI/kg en la ración. La manera exacta en que la deficiencia de vitamina A afecta el sistema inmune está asociada a la destrucción del epitelo de la mucosa el cual conforma la primera barrera de defensa del huésped (Bains, 1988). En estudios recientes (Savaris et al., 2021), donde se suplemento con distintos niveles de vitamina A en pollos de 1 a 42 días  se concluyó que con dosis de 15.000 UI /Kg se obtuvo una respuesta máxima en ganancia de peso evidenciando así otros beneficios de su suplementación en niveles superiores a los requerimientos mínimos y en otro estudio reciente con la inclusión de 16,000 UI/kg de ración (El Hack et al., 2016) obtuvieron la mejor respuesta sobre la masa de huevo en ponedoras sometidas a estrés calórico, suplementadas entre 42 y 54 semanas. Por lo anterior podemos inferir que niveles que superen los 12,000 UI/Kg ubicados entre 15,000 UI/Kg a 16,000 UI/Kg son los mas adecuados si lo que se quiere es mejorar la respuesta a las condiciones ambientales extremas y a los desafíos sanitarios sin la disminución de parámetros zootécnicos.


Otras vitaminas como la K se han asociado siempre a la correcta coagulación sanguínea, pues esta se requiere para la síntesis de protombina y otros factores de la coagulación (Maynard, L. et al.,  1979), sin embargo, poco se ha hablado de la importancia que tiene en la formación de los huesos, por su relación con la osteocalcina (GLA), la cual depende de la vitamina k para permitir la carboxilación y su unión a cristales de hidroxiapatita mejorando la calidad de los huesos ( Weber 2001, Shea y Booth 2008). Fleming y Col 1998, señalan que la suplementación con 10 mg/kg de Menadiona da lugar a mayor volumen de hueso medular en el metatarso proximal de ponedoras a las 25 semanas de vida y ya que la vitamina k regula factores relacionados con la coagulación sanguínea, cabria esperar que una suplementación superior a los mínimos establecidos, fuera beneficioso para evitar problemas de nerviosismo y picaje (Barroeta et al., 2002).


Otra de las vitaminas implicadas en múltiples revisiones es la Vitamina D3, necesaria para la absorción y el metabolismo del calcio en el organismo conjunto con el fósforo. De acuerdo con este principio Hy Line, 2023 señala que para casos de Osteomalacia pueden hacerse suplementaciones preventivas durante 3 semanas de las 30 a 33, 50 a 53 y 75 a 78 semanas en ponedoras, de estos 3 ingredientes en la ración entre ellos, una isoforma de la Vitamina D3, así la adición de 3´000.000 UI/TM de vitamina D3 haciendo salvedad en que la vitamina D3 y la Hydroxy D3 no deben superar 4´500.000 de UI/TM. Por otro lado se demostró que niveles de 5,000.000 UI/TM aumentaron los anticuerpos contra el virus de la enfermedad de New Castle en pollos de engorde de 21 días de edad (Vásquez et al., 2016) mostrando así que también existe un beneficio inmunológico de estos niveles de suplementación en aves.


Algunos trabajos indican que la adición de metabolitos de la Vit D3 junto con la Vit D3, mejoran la calidad de la cascara y los niveles de calcio en sangre, con niveles normales de fosforo disponible en la dieta, Harms y Col, 1990, de hecho Yves & Nys, 2020 resaltan la importancia de utilizar metabolitos de la Vit D3 en condiciones de compromiso hepático no dependiendo así de su hidroxilación en el hígado para su disponibilidad. En otro estudio que buscaba analizar diferentes inclusiones de vitamina D3 en el alimento en 3 dietas de pollitas se determinó que la suplementación de 4´100.000 UI/TM, aumento la masa y la fuerza ósea a las 16 semanas. (Khanal et al., 2021).


La modulación nutricional en ponedoras a través de la suplementación con vitaminas también abarca el alivio de enfermedades crónicas, especialmente el síndrome de hígado graso hemorrágico (FSHL), el daño causado por el estrés oxidativo proveniente de la esteatosis hepática que es bastante común en ponedoras de cría intensiva en jaula, se ha investigado que se puede aliviar un poco la condición limitando la cantidad de carbohidratos y más bien obteniendo energía a través de las grasas para evitar aumentar los depósitos de grasa en el hígado, pero sigue siendo difícil prevenir totalmente su presentación. Por ello se ha descrito que la combinación de suplementos en la dieta como L- Triptofano, vitamina B12, vitamina E, Colina y Lecitina pueden aliviar la presentación de este síndrome, aun cuando no existen métodos efectivos para curarlo (Bouvarel &  Nys, 2013). A partir de ello Navarro- villa et., al 2019 ampliaron el abanico de vitamina B12 a vitaminas del complejo B, demostrando la reducción de depósitos de grasa hepáticos con la suplementación de vitaminas del complejo B (Tiamina, acido fólico, biotina y cianocobalamina) en adición con colina.


Como el alargamiento de los ciclos de postura es una realidad debido a la selección genética, nos queda adaptarnos mediante un enfoque multifactorial que contemple, diseño de las instalaciones, bienestar animal, sanidad, manejo y nutrición para que las aves logren rendir los resultados esperados en dichas semanas de vida así como para mitigar el efecto que toda esta presión de producción implica sobre el emplume, la salud y la calidad de los huevos para el consumidor. Dentro de este contexto es importante resaltar que el impacto del uso de suplementación de ciertas vitaminas a mayores niveles de los recomendados en las guías de las líneas genéticas solas o en diversas combinaciones pueden contribuir a mitigar los efectos negativos de las exigencias fisiológicas y el estrés en estas aves de ciclos largos, así como lograr beneficios en la reducción de desórdenes metabólicos, mitigación de enfermedades y mantener una buena calidad de huevo a lo largo de su vida.

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